miércoles, 9 de febrero de 2011

Un poquito de porfavor!!!


Si hay algo que no me gusta cuando voy a ver un monólogo no es otra que la gente “tocapelotas”. Esas personas que se dedican a hablar, a interrumpir, a no dejar que una persona trabaje, a no dejar que una persona nos haga disfrutar.

Porque si uno lo que quiere es hablar, conversar con los amigos, la novia, la mujer, la amante… tiene otros lugares, otros bares. Las actuaciones se anuncian con el tiempo suficiente como para poder planificar otros planes alternativos. Otra opción es que, una vez que ya estás en el bar, ¿Por qué no callarse una horita? Quizás se disfrute ese tiempo, o por lo menos dejarás disfrutar a los demás.

Como más de un monologuista ha dicho, y más de uno me ha comentado, ellos no se suben al escenario para sufrir, al contrario. La mayoría no viven de esto. La mayoría estudian, trabajan o están en paro, pero el monólogo es simplemente una “diversión”, una forma de ganar un dinero extra, de intentar llegar a vivir de esto. Por tanto, tiene aún más merito el hecho de que se suban a un escenario delante de X número de personas con las dificultades que eso conlleva. También hay que tener en cuenta el esfuerzo que supone tener que currarse un monólogo, una actuación, unos personajes, unas conexiones…

Porque yo me imagino a mi subido a un escenario, delante de la gente con la responsabilidad de hacerlos reír y solo eso me provocan sudores. Porque no es lo mismo dar una conferencia, un discurso, una charla, que hacer reír a la gente. Si solo fuese leer, casi todo el mundo podría. Pero hay que saber como contarlo, como hacerlo. Y si ya a todas esas dificultades le sumas un tocapelotas, pues apaga y vámonos.

Además de que yo, como espectador, tampoco disfruto. La gente hablando me molesta, en momento me hace estar fuera de la historia, no me dejan disfrutar. Para argumentar esto, para contar lo difícil que creo que es esto para un monologuista, tengo una pequeña vivencia personal

Y es que el momento más complicado para un monologuista lo viví yo durante una actuación de Danny Boy. Ya de por si iba a ser difícil. En el local (pequeño), debía haber unas 15 personas, de las cuales 4 eran gente que estaban viendo el futbol, gente mayor. Si a eso le sumamos un borracho que cada dos por tres estaba interrumpiendo, os podéis imaginar el pastel. Danny Boy ante una actuación difícil, viéndosele en la cara lo mal que lo estaba pasando, pero a pesar de todo eso, consiguió improvisar, acabar de su actuación, la cual fue para mi muy buena, ya que se vieron “las tablas” que tiene.

Todo esto, después de este breve ejemplo, pido que por favor, se puede resumir muy brevemente, en lo que para mi es una reflexión que todos deberíamos hacer y compartir con la gente: Si acudimos a un monólogo lo hagamos para respetar. Puede o no gustar, pero durante la actuación aguantemos calladitos, leyendo el periódico, navegando en el móvil o durmiendo. En definitiva, haciendo cualquier cosa antes que molestar.

Saludos y muchas risas para tod@s

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